El terremoto que devastó Haití el pasado 12 de enero puso de nuevo en la agenda informativa internacional la condición de ese país como extremadamente pobre. Una de las naciones más pobres del planeta.
En Haití se dan los rasgos esenciales de la pobreza en el ámbito de la salud: desnutrición, alta mortalidad general, alta mortalidad infantil y alta mortalidad materna por embarazo, parto y puerperio.
Por eso es bueno saber que desde 1998 Cuba ofrece cooperación médica gratuita al pueblo haitiano. Hasta la fecha han trabajado en Haití algo más de seis mil médicos, que han realizado más de 14 millones de consultas, más de 225 mil cirugías, atendido más de 100 mil partos y, en resumidas cuentas, salvado más de 230 mil vidas.
Pero no sólo eso. A partir del año 2004, Cuba puso en marcha la llamada “Operación Milagro”, una cruzada médica consistente en la operación gratuita de cataratas y otros padecimientos de la vista. Y hasta el 31 de diciembre de 2009 habían recobrado la vista un total de 47 mil 273 haitianos.
En el momento del terremoto se encontraban trabajando en Haití en forma gratuita alrededor de 400 médicos cubanos. Éstos comenzaron a brindar sus servicios desde el primer instante después del sismo. Fue la más importante asistencia médica que recibió el pueblo haitiano en las primeras 72 horas, y prácticamente la única en esos momentos.
Hasta el 27 de enero, los médicos cubanos habían atendido 35 mil 213 casos y realizado 2 mil 750 intervenciones quirúrgicas. En las próximas semanas se podrá cuantificar el número exacto de vidas salvadas por los galenos cubanos.
Pero por lo pronto la lección es clara: ayudar a Haití a reducir su pobreza implica auxilio médico internacional y permanente. Haití necesita miles de médicos. A lo largo de los últimos once años, Cuba ha enviado más de seis mil. ¿No podrían otros países, sobre todo los ricos, hacer un esfuerzo semejante de solidaridad?